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Pero ojalá me permitas compartir algo más y sigas leyendo porque mi familia y yo tuvimos la suerte de recibirlos en nuestra casa durante su travesía mexicana. Además, y como bien sabemos, yo soy fan de las peqgrandes voces y este encuentro se dió gracias a dos pequeñas amigas del colegio en Buenos Aires, Inés y Cala, que nos dieron el gran regalo de la visita de los Walker.

Reencuentro y agradecimiento por Skype: Ine y Cala
Inés y Cala, ¡gracias infinitas! Y, Cala, gracias y más gracias por insistir en recalcular la ruta de la combi Francisca y pasar por la Ciudad de México.

El manto de Guadalupe en la Basílica
Como les escribí en su momento cuando dijeron que no pasarían por DF: “Si cambian de opinión, la Virgen de Guadalupe y nosotros los esperamos”. No dudo que la insistencia de Cala tuvo asistencia divina.
El paso por DF ameritaba la pausa y bendición de la Guadalupana para que la familia siga camino hacia su gran destino, el Encuentro Mundial de Familias con el Papa Francisco — Ahora entendemos porqué le pusieron “Francisca” a la combi en la que viajan ¿verdad?
Pero vamos a ser muy honestos: la pausa y la calma, el agradecimiento y ofrecimiento espiritual en la Basílica de Guadalupe fueron dentro del marco ruidoso y agitado de las risas, los juegos y los planes sin cansancio de una docena permanente de peqgrandes voces (más otros que se iban sumando según se iban enterando).

Piñata del Chavo llena de dulces mexicanos
Durante tres días disfrutamos de una piñata y varios partidos fútbol, torneos de ping-pong y cuentacuentos, parque de diversiones y pijamadas, películas y videojuegos, pizza, asado argentino y milanesas con papas fritas. Nöel lo cuenta y resume con fotos aquí.

Abrazos a primera vista
Quien entrara a nuestra casa en alguno de esos momentos, hubiera asegurado que habían llegado de visita los primos o los mejores amigos que dejamos en Argentina. Pero a Catire y Noël y sus hijos Cala, Dimas, Mía y Carmín, los vimos por primera vez el día que Francisca estacionó en nuestra puerta. La sensación de conocernos de toda la vida se dió en el instante que nos saludamos. Y se profundizó con cada charla y paseo, con cada compartida y en cada comida. Tener el tiempo para conocerse y conversar desde un lugar tan en común con personas que nunca viste antes fue pura magia. Y, claro está, somos varios quienes a esa “magia” la llamamos “cosa de Dios” y bendición.
Desde que se fueron que agradezco su visita y me pregunto porqué nos identificamos tanto. Y en la voz de Noël y Mín (Carmín, la más peque) me lo puedo contestar. Porque, mientras detrás de cámara yo observaba a un reportero que les preguntaba sobre lo que habían dejado atrás en Argentina (su casa, trabajos, colegios y rutinas), escuché decir a Noël:
“Este es un viaje de familia porque la familia es el lugar que nosotros elegimos para ser felices”.
Y Mín (3), cuando le regalaron algo para que “te lleves a tu casa”, respondió sonriente:
“Yo no tengo casa”.
Fue en esta pequeña voz que encontré la gran verdad de ellos y la de nuestra familia:
Vivir con tu familia entre lindas y cálidas paredes con puertas, techos y ventanas es vivir en una casa, pero no necesariamente es construir un hogar. Prescindir de los ladrillos, de un código postal y de una rutina establecida, es una lección de desapego a lo material, de confianza en uno mismo y en la Providencia. Y, sobre todo, es una reafirmación de los verdaderos valores humanos, espirituales y de la familia. Por eso los Walker Zemborain son una familia muy digna de admiración y agradecimiento.

Una “casa” y una “combi”: nuestros Hogares.
Carmín y sus hermanos no tienen una casa de ladrillos hoy. Pero dentro de una combi, sobre 4 ruedas y a 70km/hr, tienen su lugar en el mundo mientras lo recorren. Dentro de Francisca no les falta nada y son muy felices porque la habita su familia. Y es por eso que ahora entiendo algo tan puntual como sutil que ocurrió luego de largas horas en un parque de diversión .

Regresábamos ya de noche en mi auto. Carmín venía cansada y casi dormida en los brazos de su mamá. Pero, al llegar a casa y al estacionarnos al lado de Francisca, se reincorporó muy derechita y con una sonrisa y voz de fiesta señaló a la combi y dijo:
“¡¡Mirá quién está ahí!!”
Al día de hoy jamás he escuchado y creo que nunca escucharé a una pequeña gran voz que señale su casa o departamento con tanta alegría y el pronombre relativo quién.
Nunca se me hizo más evidente en mi vida el hecho de que, si eres una peqgran voz, no importa dónde vivas ni qué comodidades tengas, lo importante es con quién convives y quién te cría. Porque así no sean tus padres, quien sea el responsable de tu infancia, debe hacerte sentir bien y contenido porque eso definirá quién eres para lograr ser la mejor versión de quien puedes ser — Ahora entendemos porqué la combi tiene nombre personal, ¿verdad?
Entonces, no me cabe duda:
¡Van por buen camino (literal y figurativo), querida Familia Walker-Zemborain, amigos a primera vista y ya para siempre!
Necesitaba volver a decírselos, pero esta vez con mis letras y a viva voz para despedirlos (por ahora) y desearles lo mejor en el resto del viaje.
Profundas gracias y amistad, queridos “América en Familia”.
Agustina