12 de Enero de 2017. Silencio, soledad y quietud en mi cocina. De repente, donde siempre se acumula la correspondencia, veo, solo y único, un sobre a mi nombre. Sello del Vaticano. Fecha de noviembre. Inmediatamente mi mente y corazón retrocedieron a fines de octubre del año pasado cuando mi amiga Silvia y su familia, con generosa humildad y contagiosa alegría, hicieron de su audiencia personal con el Papa una oportunidad de encuentro y bendición comunitaria llevándole a Francisco mensajes y regalos de sus amigos.
Hace dos años tuve la misma suerte y bendición con mi amiga Paula, quien le llevó a Francisco KaZuRá, un libro que comparte el espíritu y la virtud de lo que él predica: hablar y expresarse de linda manera. No insultar. A las pocas semanas de la visita de Paula recibí una carta de respuesta agradeciendo KaZuRá. Esta segunda vez, con Silvia, Sigue leyendo